Según la mitología japonesa, el origen de Japón se relata en el Kojiki y el Nihon Shoki, dos de los textos más antiguos de la historia japonesa.
los primeros dioses que aparecieron son conocidos como los "Kotoamatsukami". El término "Kotoamatsukami" se puede desglosar de la siguiente manera:\n\n- "Koto" (事) puede significar "asunto" o "cosa".\n- "Ama" (天) significa "cielo".\n- "Tsukami" (神) significa "dios" o "deidad".\n\nPor lo tanto, "Kotoamatsukami" se puede interpretar como "deidades celestiales de los asuntos" o "dioses celestiales primordiales". Estos dioses son:
- Ame-no-Minakanushi: Considerado el dios primordial del cielo y el universo, es uno de los primeros en aparecer en el mito de la creación.
- Takamimusubi: Otro de los dioses primordiales, asociado con la creación y la fertilidad.
- Kamimusubi: También relacionado con la creación, es uno de los primeros dioses en surgir.
Estos dioses son considerados invisibles y no tienen forma física, y no participan directamente en las historias mitológicas posteriores.
Después de ellos, aparecen otros dioses conocidos como los "Kamiyonanayo", que incluyen a Izanagi e Izanami, quienes desempeñan un papel más activo en la creación de las islas japonesas y de muchos de los kami (dioses) del sintoísmo.
Los nombres de Izanagi e Izanami tienen significados profundos en el contexto de la mitología japonesa:
- Izanagi (イザナギ): El nombre Izanagi se puede interpretar como "el que invita" o "el que conduce". "Izan" (誘) significa "invitar" o "conducir", y "gi" (男) es un sufijo que se refiere a "hombre". Izanagi es el dios masculino que, junto con Izanami, participa en la creación de las islas japonesas.
- Izanami (イザナミ): Similarmente, el nombre Izanami se interpreta como "la que invita" o "la que conduce". "Izan" (誘) tiene el mismo significado de "invitar" o "conducir", y "mi" (女) es un sufijo que se refiere a "mujer". Izanami es la diosa femenina que, junto con Izanagi, da origen a las islas y a muchos de los kami.
Estos nombres reflejan su papel en la mitología como los dioses que invitan a la creación y dan forma al mundo.
La historia comienza cuando los dioses primordiales encargan a Izanagi e Izanami la tarea de crear tierra firme. Para ello, les entregan una lanza celestial llamada Ame-no-nuboko. Izanagi e Izanami se sitúan en el puente celestial, Amanoukihashi, y desde allí sumergen la lanza en el océano primordial. Al levantar la lanza, las gotas que caen de su punta forman la primera isla, Onogoro.
Aunque Onogoro es una isla mitológica, se ha especulado sobre su posible relación con una isla real. Algunos estudiosos y tradiciones locales han asociado Onogoro con la isla de Awaji, ubicada en el mar interior de Seto, entre las islas de Honshu y Shikoku. Awaji tiene una rica historia y es mencionada en varios textos antiguos, lo que ha llevado a esta asociación. Sin embargo, es importante recordar que Onogoro es principalmente un concepto mitológico y su identificación con una isla real es más una interpretación cultural que una certeza histórica.
Izanagi e Izanami descendieron del puente de los cielos e hicieron su casa en la isla. Ya que deseaban unirse construyeron un pilar llamado Amenomihashira y alrededor de él levantaron un palacio). Izanagi e Izanami giraron alrededor del pilar en direcciones opuestas y cuando se encontraron, Izanami, la deidad femenina, habló primero con un saludo. Izanagi pensó que esta no era la manera apropiada, sin embargo se unieron de todos modos. Tuvieron dos hijos, Hiruko (infante del agua) y Awashima (isla de burbujas) pero fueron mal hechos y no se consideraron dioses.Pusieron a los niños en un bote y los embarcaron al mar.
Entonces les pidieron a los otros dioses una respuesta sobre lo que hicieron mal. Ellos respondieron que el dios masculino debió haber iniciado la conversación durante la "Ceremonia de Unión". Así que Izanagi e Izanami se dirigieron alrededor del pilar una vez más, y esta vez, cuando se encontraron, Izanagi habló primero y su matrimonio fue exitoso.
Al darse cuenta de su error, Izanagi e Izanami repiten el ritual correctamente, con Izanagi hablando primero. Esta vez, tienen éxito y comienzan a dar a luz a la mayor parte de las islas de Japón y a numerosos kami o dioses. Así, el mito refleja la importancia de seguir los rituales y las tradiciones adecuadamente para obtener resultados favorables.
Sin embargo no crean todas las islas. No están ni Hokkaidō, ni Chishima, ni Okinawa , que no fueron parte de Japón en los tiempos antiguos.
De su unión nacen varias islas, que conforman el archipiélago japonés, y numerosos kami. Sin embargo, el nacimiento del dios del fuego, Kagutsuchi, causa la muerte de Izanami, lo que lleva a Izanagi a emprender un viaje al inframundo para intentar recuperarla.
Izanami muere al dar a luz al dios del fuego, Kagutsuchi, debido a las quemaduras que sufre durante el parto. Este evento trágico marca un punto crucial en la narrativa, ya que Izanagi enfurecido decide asesinarlo con una espada, pero de su sangre y cuerpo, logran nacer más Kamis. Después Izanami emprende un viaje al inframundo, Yomi, en un intento de recuperar a su esposa.
El Yomi es un reino oscuro y silencioso, no es un lugar de castigo o recompensa, sino simplemente un lugar donde los muertos existen en un estado de sombra. donde las almas de los muertos residen sin posibilidad de retorno, y su existencia refleja la visión sintoísta de la muerte como una parte natural del ciclo de la vida.
Al llegar al inframundo, Izanagi encuentra a Izanami,En un principio Izanagi no pudo verla por completo debido a que las sombras ocultaban su apariencia. Sin embargo él le pidió a ella que regresara con él. Izanami le escupió, indicándole a Izanagi que ya era demasiado tarde. Ella ya había probado el alimento del inframundo y ahora ya era una con la tierra de los muertos. Ella no podría regresar más a la vida.
Izanagi se quedó impactado por estas noticias, pero aun así renunció a ceder ante los deseos de Izanami de quedarse en la oscuridad de Yomi. Izanami aceptó volver al mundo superior, pero antes le pidió a Izanagi que le dejara tiempo para dormir y que no entrara en su dormitorio. Mientras que Izanami dormía, él tomó el peine que sostenía su largo cabello y lo encendió como una antorcha. Bajo la repentina explosión de luz, él vio la horrible forma actual de la una vez hermosa y agraciada Izanami. Ahora ella era una forma de carne en descomposición con gusanos y criaturas asquerosas que se deslizaban sobre su cuerpo destrozado.
Izanami se despertó llorando indignada y lo persiguió. Al huir, Shikomes salvajes (mujeres asquerosas) también persiguieron al asustado Izanagi, guiadas por Izanami para atraparlo. Pensando rápidamente, Izanagi primero lanzó su gorro, el cual se convirtió en un racimo de uvas negras. Las shikome tropezaron con éstas pero continuaron su búsqueda. Después, Izanagi lanzó su peine, que se convirtió en un grupo de brotes de bambú. Ahora eran las criaturas de Yomi quienes comenzaron a perseguirlo, pero Izanagi orinó en un árbol, creando un gran río que aumentó su aplomo. Desafortunadamente, todavía persiguieron a Izanagi, forzándolo a lanzar melocotones sobre ellos. Él sabía que esto no los retrasaría por mucho tiempo, pero él ya estaba casi libre, porque los límites de Yomi ahora estaban más cerca.
Durante su escape, Izanagi bloquea la entrada al inframundo con una gran roca, separando para siempre el mundo de los vivos del mundo de los muertos.
Este acto simboliza la separación definitiva entre la vida y la muerte. Antes de partir, Izanami le promete a Izanagi que matará a mil personas cada día como venganza por su abandono, a lo que Izanagi responde que él hará que nazcan mil quinientas personas cada día. Este intercambio se interpreta como una explicación mitológica del ciclo de la vida y la muerte.
Después de su regreso del inframundo, Izanagi realiza un ritual de purificación en el río, durante el cual nacen varios dioses importantes, incluyendo Amaterasu, la diosa del sol, Tsukuyomi, el dios de la luna, y Susanoo, el dios de las tormentas y el mar. Estos dioses juegan papeles cruciales en la mitología japonesa y en la genealogía divina de los emperadores de Japón.
Este mito no solo explica la creación de Japón, sino que también establece el linaje divino de los emperadores japoneses, quienes se consideran descendientes directos de estos dioses.