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septiembre 27, 2025

La revolución de Haití


Introducción

En uno de los rincones más pobres del planeta ocurrió un hecho que trastocó el mundo atlántico: la única rebelión de esclavos que culminó en un Estado independiente. La colonia francesa de Saint-Domingue (la “Perla de las Antillas”) produjo azúcar y café a escala colosal… sostenida por una violencia difícil de imaginar. De ese polvorín nacería Haití.


La isla dividida: de La Española a dos colonias

Tras la llegada de Colón en 1492 y un siglo de dominio español, el occidente de La Española quedó desatendido. Bucaneros, filibusteros y corsarios se asentaron y, tras guerras hispano-francesas, España cedió en 1697 la franja occidental a Francia por el Tratado de Ryswick. Así nació Saint-Domingue (futuro Haití), mientras el este siguió como Santo Domingo (hoy República Dominicana).


Un polvorín social

La sociedad de Saint-Domingue estaba partida en castas: grands blancs (propietarios), petits blancs (blancos sin tierras), libres de color (a veces ricos, pero sin plenos derechos) y la base abrumadora de africanos esclavizados. La ratio era brutal: diez esclavos por cada persona libre. La economía dependía por completo de su trabajo. La mortalidad era tan alta que a los dueños “les salía más barato comprar que mantener con vida” a los ya explotados. En este contexto, el vodú actuó como tejido de resistencia cultural y cohesión.


La revolución francesa en el espejo caribeño

“Libertad, igualdad, fraternidad”… ¿para quién? El terremoto de 1789 tensó la colonia hasta el límite: blancos buscando mayor autonomía, libres de color reclamando derechos, y la mayoría negra preguntando si ellos también eran “hombres”. Saint-Domingue era vital: aportaba cerca del 40% del azúcar y 60% del café consumidos en Europa; cualquier cambio amenazaba fortunas y hábitos de poder.


Del derecho negado al levantamiento: 1790–1791

El médico Vincent Ogé, hombre libre de color, encabezó en 1790 un alzamiento por derechos ciudadanos. Fue torturado y ejecutado, un aviso cruel para disuadir nuevas rebeliones. Pero en agosto de 1791, tras la célebre ceremonia de Bois Caïman —con liderazgo espiritual atribuido a Dutty Boukman y Cécile Fatiman— estalló la gran insurrección del norte: cientos de plantaciones ardieron para golpear el corazón del sistema. En pocas semanas murieron miles. Muchos rebeldes aún pedían igualdad dentro de Francia, no independencia. Los grandes propietarios se negaron a ceder.


Toussaint Louverture: genio militar, paradojas del poder

Nacido esclavo y luego libre, Toussaint Louverture emergió como estratega y político formidable. En medio de la guerra europea, España y Gran Bretaña intentaron aprovechar el caos colonial. Un giro clave: en 1793 los comisarios franceses abolieron la esclavitud en Saint-Domingue y en 1794 la Convención la extendió a todas las colonias francesas. Louverture se alineó con la República, derrotó a españoles y forzó la retirada británica (la fiebre amarilla diezmó sus filas). Para 1801 controlaba toda la isla y promulgó una Constitución: abolición perpetua de la esclavitud y prohibición de la discriminación racial… pero también gobernación vitalicia y trabajo forzado pagado en plantaciones, una solución impopular que buscaba mantener la economía sin regresar a la esclavitud.


La expedición de Napoleón y la muerte de Toussaint (1802–1803)

Napoleón Bonaparte envió en 1802 una gran expedición al mando de Charles Leclerc con el plan secreto de restaurar la esclavitud. Siguieron incendios defensivos (como en Le Cap) y resistencias épicas —Crête-à-Pierrot— mientras la fiebre amarilla hacía estragos, incluido el propio Leclerc. Engañado, Louverture fue arrestado y deportado; murió en 1803 en una fortaleza del Jura. Su frase póstuma quedó como presagio: “al cortar el tronco del árbol de la libertad… brotará de sus raíces”. Y brotó.


Dessalines y la independencia: Vertières y 1 de enero de 1804

Al saberse que Francia había reinstaurado la esclavitud en Guadalupe, la lucha se reavivó bajo Jean-Jacques Dessalines (y Alexandre Pétion). Incluso contingentes polacos se negaron a reprimir a los haitianos y se unieron a su causa. La guerra fue despiadada por ambos bandos; el sucesor de Leclerc, Rochambeau, empleó métodos atroces. La batalla decisiva fue Vertières (noviembre de 1803): victoria haitiana. El 1 de enero de 1804, Dessalines proclamó la independencia de Haití, primera república negra del mundo y segunda nación independiente de América. El precio humano fue escalofriante.


Después del triunfo: violencia, reinos y repúblicas

Ya independiente, Dessalines impuso trabajo forzoso y ordenó la masacre de la población blanca restante (con excepciones para polacos, médicos y sacerdotes). Impopular, cayó asesinado; el país se partió en dos:

  • Norte: Henri Christophe, primero presidente y luego rey Enrique I, erigió la Citadelle Laferrière y el Palacio Sans-Souci, con disciplina militar y cierta prosperidad.
  • Sur: Alexandre Pétion levantó una república más liberal, repartió tierras (debilitando la exportación) y apoyó a Simón Bolívar (1815-1816) con armas, hombres y barcos a cambio de abolir la esclavitud donde triunfara.
    Tras la muerte de Christophe, Jean-Pierre Boyer reunificó el país (1820).

La isla completa bajo Haití… y la separación dominicana

En diciembre de 1821, en el este se proclamó una independencia efímera; en febrero de 1822 Boyer ocupó Santo Domingo y toda la isla quedó bajo control haitiano hasta 1844, cuando los dominicanos —con Duarte, Sánchez y Mella— proclamaron su independencia. Fueron 22 años de dominación haitiana.


La factura impagable y el aislamiento

Con amenaza de fuerza, Francia impuso una indemnización de 150 millones de francos-oro por las “pérdidas” de colonos y esclavos liberados. Haití se endeudó con bancos franceses y pagó durante más de un siglo (hasta 1947). Estados Unidos reconoció al país recién en 1862. La joven república cargó con un lastre económico y diplomático enorme.


Balance

Haití abrió una grieta en el orden atlántico: esclavos que vencieron, abolieron y fundaron. También heredó dilemas brutales: cómo sostener una economía de plantación sin esclavitud, bajo asedio externo y fractura interna. Un acontecimiento que merece estar en primer plano de la historia… y no siempre lo está.

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