CASANOVA: UNA VIDA FASCINANTE
Hablar de Giacomo Casanova es hablar de romance, aventuras y una vida vivida al máximo. Este veneciano del siglo XVIII dejó una huella imborrable con su autobiografía, "Historia de mi vida". Explora la historia y los secretos de Casanova en Vivehistoria.com
Casanova nació en una familia de actores. Su madre era Zanetta Farussi, la hermosa hija de un zapatero; era extremadamente hermosa y tenía diecisiete años cuando se casó con Gaetano Casanova, un actor del Teatro San Samuele. Aunque Gaetano prometió a los padres de Zanetta que ella no seguiría su profesión durante una época en la que las actrices frecuentemente eran cortesanas para los ricos y poderosos, Zanetta pronto comenzó a actuar en la compañía de su esposo, llegando a ser una de las estrellas del escenario cómico veneciano, sin escasez de admiradores.
Por esta razón, aunque los seis hijos de Zanetta llevaron el apellido de su esposo, la paternidad de todos ellos, incluyendo a Giacomo, el mayor, ha sido disputada.
El mismo Giacomo afirmó que su padre era Michele Grimani, el dueño del Teatro San Samuele.
Cuando el padre de Giacomo, Gaetano Casanova murió en diciembre de 1733, la familia Grimani se encargó de Giacomo, de ocho años, y sus hermanos. Mientras crecía, Giacomo vio poco a sus padres mientras estaban de gira en el extranjero, y fue criado por su abuelo materno Marcia Farussi.
¿Cómo era la Venecia de esa época?
Venecia tenía una orgullosa tradición como república mercante de más de mil años, con un imperio marítimo que una vez incluyó Chipre y Creta, aunque había empezado su declive.
La Venecia del siglo XVIII gozaba de una reputación como ciudad de fiestas, con su famoso carnaval y mascaradas atrayendo a jóvenes aristócratas y caballeros de toda Europa para visitar no solo por la historia y el arte, sino también por el entretenimiento y las aventuras sexuales que no serían aceptables en casa. Los teatros de comedia repartidos por toda la ciudad presentando espectáculos para multitudes llenas durante todo el año con breves descansos para la Cuaresma y el verano.
Pero junto a esos excesos también había intriga política, secreto y represión estatal.
Casanova conocería ambas partes de Venecia.
Pero cuando era pequeño nada hacia presagiar que se haría tan famoso.
El joven Giacomo era un niño enfermizo y sufría frecuentemente de hemorragias nasales así que los Grimani decidieron enviarlo a la ciudad interior de Padua, donde el aire más limpio podría beneficiarle.
A los 9 años el joven Giacomo emprendió un viaje de ocho horas en barco hacia Padua. Su madre pagó por su estancia de seis meses en un albergue infestado de piojos y se fue. Eso inspiró resentimiento en Giacomo, que se quejó de que su madre se había "deshecho de él".
Giacomo había recibido una pobre educación en Venecia y, cuando comenzó sus lecciones en Padua, su tutor, el Abate Antonio Maria Gozzi, un sacerdote y maestro, lo asignó a una clase de niños de cinco años.
Sin embargo, Giacomo rápidamente mostró aptitudes y se convirtió en uno de los alumnos favoritos de Gozzi, quien intentó mejorar las condiciones de vida del niño al que acabó acogiendo en su casa .
Giacomo fue cuidado por la hermana adolescente de Gozzi, Bettina, por quien rápidamente desarrolló sentimientos románticos.
En 1736, Giacomo y Gozzi visitaron Venecia durante cuatro días. Durante esta visita, Giacomo impresionó a su madre traduciendo un acertijo en latín y dando una respuesta ingeniosa. Casanova escribiría más tarde que el reconocimiento que recibió como resultado lo inspiró a buscar fama literaria, aunque no escribiría seriamente hasta mucho después en su vida.
De vuelta en Padua, el pequeño Giacomo de once años, experimentó su primer encuentro sexual con Bettina. Mientras Bettina ayudaba al niño a ponerse un par de medias que ella misma había tejido, Bettina notó que sus muslos estaban sucios y procedió a lavarlos. En la descripción posterior de Casanova, "Bettina llevó su celo por la limpieza demasiado lejos", las consecuencias de lo cual llevaron a un avergonzado Giacomo a creer que la había deshonrado. Giacomo perdió interés por Bettina después de descubrir evidencias de sus relaciones con un chico mayor, pero Bettina y Giacomo seguirían siendo amigos de por vida.
En 1737, Giacomo se inscribió en la Universidad de Padua a la edad de doce años para estudiar derecho, y se graduaría con un doctorado en 1741 tras escribir una tesis defendiendo el derecho de los judíos a construir sinagogas. Aunque parece que Casanova esperaba estudiar medicina, los Grimani querían que se convirtiera en abogado de la Iglesia así que comenzó ese camino.
En 1739 regresó a Venecia, donde en enero de 1740 recibió órdenes menores del Patriarca de Venecia y asumió el título de "abate".
Tras una presentación de su párroco, el padre Tosello, el abate Casanova pronto quedó bajo la protección de Alvise Gasparo Malipiero, un senador de más de setenta años cuyo palacio estaba al lado de la casa de los Casanova. Malipiero, una de las principales figuras políticas y sociales de la ciudad, dio la bienvenida a Casanova a su palacio y lo introdujo en la alta sociedad.
Como miembro del clero, Casanova también tenía acceso a las jóvenes del convento enviadas allí contra su voluntad por sus madres. Dividiendo su tiempo entre la iglesia, el Palazzo Malipiero y el teatro, el joven y alto Casanova vestía a la última moda y se rizaba el cabello.
Al padre Tosello no le gustaban por las afectaciones de Casanova y aprovechando que Casanova dormía le cortó el flequillo.
Casanova ,enfurecido se quejó a Malipiero, quien organizó que un peluquero arreglara su cabello y le ofreció la oportunidad de predicar en la Iglesia de San Samuele el 26 de diciembre en lugar de Tosello. Aunque su primera actuación en el púlpito fue un triunfo, la segunda en marzo de 1741 fue un desastre tal que Casanova regresó a Padua para completar su grado.
Pero no duraría mucho tiempo allí. A los pocos meses, el abate Casanova estaba de vuelta en su ciudad natal para retomar sus deberes religiosos y no tan religiosos. A finales de 1740 conoció a Angela Tosello, la sobrina de diecisiete años del sacerdote, y se enamoraron, pero cuando ella pidió que abandonara su carrera sacerdotal para casarse con ella, él se negó.
En el verano de 1741 aceptó una invitación para acompañar al Conde y la Condesa de Montereale a su casa de campo. Allí recibió la atención de la catorceañera Lucia, la hija del cuidador. Casanova recordó galantemente que se negó a quitarle la virginidad a Lucia, solo para arrepentirse cuando esta huyó con el mensajero de los Montereale.
Cuando regresó a Venecia, Casanova sedujo a las hermanas Savorgnan, Nanetta y Marta, de dieciséis y quince años respectivamente, quienes eran parientes lejanas y amigas cercanas de Angela Tosello. Después de que los tres fingieron quedarse dormidos, Casanova procedió a hacer lo suyo con una de las chicas y luego con la otra. Casanova continuaría involucrado con ambas hermanas durante varios años, refiriéndose a ellas como sus "pequeñas esposas" hasta que Nanetta se casó y Marta ingresó en un convento, lamentando su estilo de vida anterior.
La confianza sexual del joven era tal que comenzó a coquetear con la actriz adolescente Teresa Imer, a quien Malipiero había intentado seducir. Cuando el viejo senador despertó de una siesta vespertina y atrapó a la pareja junta, golpeó a Casanova con su bastón y lo echó del palacio.
En ese momento, aunque parezca curioso, la madre de Giacomo había dicho que acabaría siendo obispo en veinte o treinta años. El joven Casanova, deseoso, como siempre de impresionar a su madre, se prometió convertirse en Papa, un cargo que no necesariamente le impediría tener una vida sexual activa.
En marzo de 1743, tras la muerte de su abuela Marcia el día 18, Casanova fue enviado al seminario de San Cipriano en la isla de Murano mientras de Bernardis se dirigía a su nueva sede. En el seminario, Casanova se enamoró de un chico de quince años antes de ser sorprendido en la cama con otro chico supuestamente como una broma. Casanova dijo ser inocente pero fue expulsado y obligado a regresar a Venecia.
Allí le esperaba algo peor. Fue encarcelado por razones que no están claras, pero posiblemente porque los Grimani querían darle una lección tras el escándalo en el seminario.
A los dieciocho años, Casanova se hizo amigo de la esposa griega de un teniente y acordó escribir peticiones en nombre de su esposo a cambio de favores sexuales. Pero esa vez el sexo no acabó bien para él, pues contrajo la gonorrea y tuvo que buscar un remedio.
Casanova después partió hacia las cercanías de Nápoles donde el obispo de Bernardis, le había ofrecido un puesto. Pero viendo que la sede estaba en bancarrota, y apenas había muebles en el palacio del obispo, decidió marcharse a Napolés y desde ahí, poco después a Roma. Durante el viaje de seis días de Nápoles a Roma, Casanova coqueteó con una mujer a la que llamó Donna Lucrezia Castelli, posteriormente identificada como Anna Maria d’Antoni Vallati, una mujer casada de poco más de veinte años que viajaba con su esposo y hermana.
La relación no se consumó hasta después de su llegada a Roma, y acabó siendo de dominio público. Vallati parece que quedó embarazada de un hijo de Giacomo.
Mientras en Roma Casanova consiguió empleo como secretario del cardenal Acquaviva, el jefe de la Iglesia Católica Española. Para este empleo, Casanova aprendió francés, que era entonces el idioma de la diplomacia internacional.
En invierno conoció al Papa Benedicto XIV en el Palacio del Quirinal, la residencia de verano papal que ahora es la sede del Presidente de Italia.
El cardenal Acquaviva decidió prescindir de Casanova, pero prometió proporcionarle muchas cartas de presentación para el lugar donde quisiera ir. Para sorpresa del cardenal, Casanova expresó su deseo de viajar a Constantinopla, la actual Estambul, capital del Imperio Otomano turco en ese momento y hogar de una corte oriental que capturaba la imaginación de los europeos del siglo XVIII.
Pero no llegaría allí sin tener una nueva aventura. A principios de 1745, cuando se detuvo en la ciudad papal de Ancona en la costa adriática, Casanova conoció a una familia de actores itinerantes. Entre ellos estaba Bellino, un exitoso joven castrato de dieciséis años. Para eludir la prohibición papal sobre los coros femeninos, era común castrar a jóvenes coristas talentosos para preservar su voz angelical.
Casanova tuvo relaciones con ambas hermanas de Bellino, pero eso no fue suficiente para Casanova, que deseaba al castrato, y que creía que era en realidad una chica, ya que no era inaudito que las cantantes femeninas evitaran la prohibición de las autoridades papales vistiéndose como hombres y pretendiendo ser castrati masculinos.
Al final, resultó que Casanova tenía razón y "Bellino" admitió ser "Teresa Lanti", posiblemente la cantante de ópera Teresa Landi quien más tarde alcanzó fama en Milán. Casanova persuadió a Teresa para desenmascararse como mujer y actuar fuera de los Estados Papales. Los dos hicieron planes para casarse, pero de nuevo Casanova mostro ser reaccio al compromiso, aunque la aventura produjo un hijo nacido en Nápoles ese mismo año.
Después de una breves paradas en Venecia donde perdió en la mesa de juego el dinero que le habían dado los Grimani, fue a Corfú y de ahí a Estambul.
Casanova llevaba consigo una carta de presentación del cardenal Acquaviva para el conde Claude Alexandre Bonneval, un francés que se había convertido al Islam y servía al sultán otomano como Ahmed Pasha. A través de Bonneval, Casanova fue presentado a Yusuf Ali, un rico filósofo que sugirió que el veneciano debería casarse con su hija de quince años Zelmi. Casanova consideró seriamente la oferta, pero decidió que convertirse al Islam era un paso demasiado grande.
Un aristócrata a quien Casanova se refiere como "Ismail" trató de seducirle. Giacomo lo rechazó pero aceptó la invitación de Ismail de espiar a tres damas de su casa bañándose desnudas en una piscina. La visión parece que produjo un efecto muy intenso en Giacomo, y según sus palabras no tuvo más remedio que participar en su primer encuentro homosexual para "extinguir la llama encendida por las tres sirenas".
Después Casanova regresó a Corfú y de ahí a Venecia en otoño.
En Marzo de 1746, ocurriría algo que le abriría a Giacomo las puertas de la nobleza. Mientras viajaba en una góndola con el senador Matteo Giovanni Bragadin, este sufrió un derrame cerebral. Casanova, buscó un médico, el cual aplicó una cataplasma de mercurio al pecho del senador, creyendo que había sufrido un ataque al corazón. Sin embargo, al ver que la condición de Bragadin empeoraba, Casanova intervino quitando el tratamiento, lo que permitió al senador recuperarse.
Agradecido y creyendo que Casanova poseía poderes curativos místicos, Bragadin lo invitó a quedarse en el Palazzo Bragadin. Esto provocó rumores sobre una posible relación homosexual entre ellos. Poco después, Casanova aceptó ser el hijo adoptivo del senador.
Además Casanova, entabló amistad con los ricos amigos de Bragadin, Marco Dandolo y Marco Barbaro, de quienes recibió apoyo financiero. Con este respaldo, Casanova afirmó pasar el resto del año "jugando y persiguiendo aventuras amorosas".
Sin embargo esta conducta no pasó desapercibida para la Inquisición veneciana, que lo veía como una amenaza subversiva para el estado. Así que Casanova tuvo que huir.
Pero pronto conocería al que sería el gran amor de su vida.
En 1749, con 24 años, presenció una disputa en su posada entre un propietario y un soldado húngaro sospechoso de tener a una mujer disfrazada de hombre en su habitación. Al intervenir, descubrió que la compañera del húngaro era una francesa llamada Henriette(Marie-Anne d’Albertas),que se había escapado de su casa en la Provenza para evitar un matrimonio concertado. En su huida la acompañaba un oficial húngaro cuarenta años mayor que ella con el que se comunicaba por señas, por él no hablaba francés, a diferencia de Casanova. Giacomo trabó amistad con ambos y cambiando el destino que iba a seguir les propuso llevarlos en su carruaje a Parma, donde el húngaro y la francesa se dirigían.
Pero Casanova no tenía carruaje y tuvo que alquilarlo. En los días y semanas siguientes, Casanova también descubriría su ingenio e inteligencia y el hecho de que ella era de sangre noble.
El estatus y la sofisticación de Henriette significaban que se enfrentaba a una mujer que era menos fácilmente impresionable que muchas de las mujeres que había conocido hasta entonces.
Giacomo arde en deseo por Henriette y acaba convenciendo al húngaro , que sabiendo que su relación no tiene futuro, da a Giacomo su bendición.
Ian Kelly, historiador, señala: "Desde el principio, ella lo trató como si fuera un muchacho enamorado". De hecho, cuando él inicialmente declaró su amor por ella, ella se rió de él. Para alguien con la enorme vanidad y ego de Casanova, esto fue, por un lado, algo desconcertante mientras que, por otro lado, algo que sirvió para aumentar su determinación de conquistarla.
Huyeron a Parma, donde fueron felices durante tres meses.
Esto es lo que dice Casanova:
Aquellos que no creen que una mujer pueda hacer feliz a un hombre durante las veinticuatro horas del día nunca han poseído a una mujer como Henriette. La felicidad que me llenaba, si puedo expresarlo de esa manera, era mucho mayor cuando conversaba con ella que incluso cuando la tenía en mis brazos. Había leído mucho, tenía gran tacto y su gusto era naturalmente excelente; su juicio era sensato y, sin ser erudita, podía argumentar como un matemático, fácilmente y sin pretensiones, y en todo tenía esa gracia natural que es tan encantadora. Nunca trataba de ser ingeniosa cuando decía algo importante, pero acompañaba sus palabras con una sonrisa que les daba una apariencia de frivolidad y las hacía comprensibles para todos. De esa manera, daba inteligencia incluso a aquellos que no la tenían y ganaba todos los corazones. La belleza sin ingenio no ofrece al amor más que el disfrute material de sus encantos físicos, mientras que la fealdad ingeniosa cautiva por los encantos de la mente y al final satisface todos los deseos del hombre que ha cautivado. Entonces, ¿cuál era mi posición durante todo el tiempo que poseí a mi hermosa e ingeniosa Henriette? ¡La de un hombre tan supremamente feliz que apenas podía creer en mi felicidad!
Pero esa felicidad estaba destinada a acabarse. En su afán exhibicionista, Casanova empezó a alternar con la alta sociedad de la ciudad. En ese ambiente un amigo de la familia de Henriette la descubrió y se ofreció como negociador para que se aviniera a regresar al hogar.
Pocos días después, solucionados los problemas con la familia se marchó. Casanova la acompañó hasta Ginebra.
La ruptura debía ser absoluta. No debía haber ningún contacto después (aunque muchos años más tarde, de hecho, se escribieron). Henriette lo dejó claro: "Una vez que el destino nos separe, mi mejor y único amigo, nunca preguntes por mí, y, si el azar te pone en mi camino, no aparentes conocerme." Henriette se dirigió hacia Lyon, Casanova debía salir de Ginebra al día siguiente. Mientras estaba solo en su habitación, vio que ella había rayado las palabras 'Olvidarás a Henriette' en uno de los cristales con la punta de un diamante que él le había comprado, una inscripción que aún estaba allí ochenta años después.
La despedida ocasionó a Giacomo una profunda crisis. Casanova nunca consiguió olvidarla.
La carta de Henriette a Casanova es conmovedora y muestra que Casanova era capaz no solo de desear sino también de amar.
Soy yo, mi queridísimo y excelente amigo, quien se ha visto obligada a dejarte, pero no permitas que la pena se te agrave por pensar en mi tristeza. Tengamos la prudencia de asumir que hemos vivido un sueño feliz, sin quejarnos del destino, pues ¿cuándo un sueño tan hermoso había durado tanto? Sintamos el orgullo de que, por tres meses, nos hemos dado mutuamente la más perfecta felicidad. ¡Pocos seres humanos pueden presumir de tal cosa! Juremos no olvidarnos nunca, recordar a menudo las horas felices de nuestro amor, que, aunque separados, podremos disfrutar con la misma intensidad que si nuestros corazones latieran el uno junto al otro. No investigues sobre mí y, si el azar te llevara a saber quién soy, olvídalo. Estoy segura de que estarás satisfecho al saber que he arreglado mis asuntos tan bien que, por el resto de mi vida, seré tan feliz como serlo pueda sin tenerte a ti, mi querido amigo, a mi lado. No sé quién eres pero tengo la seguridad de que nadie en este mundo te conoce mejor que yo. No tendré otro amante mientras viva, pero no deseo que me imites; confío por el contrario en que volverás a amar y que un hada amable pondrá en tu camino a otra Henriette.
Adiós…, adiós.
Con el corazón roto, Casanova regresó a Parma hasta que recibió noticias de Bragadin informándole que podía regresar a Venecia durante el invierno.
Casanova nunca volvería a hablar en persona con Henriette.
Giacomo Casanova estableció un pequeño casino privado, haciendo una pequeña fortuna que le permitió viajar a París en 1750 con veinticinco años y estaba bien encaminado para convertirse en uno de los amantes más famosos de la historia.
Cuando Casanova llegó a París en el verano de 1750, el rey Luis XV estaba más de la mitad de su reinado de cincuenta y nueve años, y su amante principal, la famosa Madame de Pompadour, tenía veinte años y estaba en el apogeo de su poder e influencia tanto en la alta política como en la alta moda.
Casanova también pudo ampliar su círculo social a través de su membresía en los masones. Había sido iniciado en una logia masónica como aprendiz en Lyon camino a París, y dentro de unos meses tras su llegada a la capital francesa alcanzó el rango de maestro masón.
Los dos años que Casanova pasó en París durante su primera visita están llenos de anécdotas.
En una ocasión, el Príncipe Carlos Grimaldi, Príncipe de Mónaco, lo presentó a la duquesa de Ruffec, de cuarenta y tres años. Cuando el príncipe los dejó solos, la duquesa invitó a Casanova a sentarse junto a ella e intentó desabrocharle los pantalones. Para evitarlo, el horrorizado Casanova comenzó a gritar que tenía gonorrea y acabó expulsado del lugar.
En otra ocasión el Duque de Richelieu, le preguntó a Casanova cuál de las actrices prefería. Cuando Richelieu comentó que la actriz que había elegido Casanova tenía piernas feas, este le dijo al aristócrata: "Al evaluar la belleza de una mujer, lo primero que siempre dejo de lado son sus piernas."
Tales frases agudas mejoraron la reputación de Casanova en la sociedad parisina.
Sin embargo , Casanova no tenía ingresos estables y dependía del apoyo de los Balletti, sus patrocinadores venecianos y cualquier dinero que lograra ganar en la mesa de cartas. Sus gastos, que incluían visitas frecuentes a burdeles parisinos, iban en aumento.
En una ocasión conoció a través de sus contactos masones a la Duquesa de Chartres, prima del rey, una belleza que sin embargo tenía una afección cutánea que afectaba su rostro.
Casanova le aconsejó lavarse la cara con agua diariamente y evitar los cosméticos. Como la cura funcionó, la duquesa le prometió un puesto que le daría un ingreso de veinticinco mil libras, aunque quedó en nada.
Casanova estaba cautivado por la naturaleza extrovertida y la conversación ingeniosa de la duquesa, pero decidió que era un objetivo demasiado ambicioso.
Esto demuestra por un lado lo importante que era la inteligencia de las mujeres para Casanova y por otro que nunca dejó de tener un cierto complejo frente a la nobleza por su origen humilde.
Después de unos meses en Dresde en Alemania, con sus hermanos y su madre, tiempo en el que escribió alguna obra para el teatro, Casanova decidió regresar a Venecia, en 1753.
Un par de días después, viajaba en su carruaje cuando el carro que iba delante volcó. Así conoció a Caterina Capretta, que viajaba con su hermano Pietro, y de la que se enamoró.
Mientras Pietro esperaba venderle la virginidad de Caterina a Casanova, Giacomo se había enamorado de ella y no estaba dispuesto a aprovecharse.
Cuando Caterina declaró que estaba enamorada de él y estaba dispuesta a casarse con él, Casanova no pudo resistir más y planeó embarazarla para asegurar una dote por parte de su padre comerciante rico Christoforo.
Sin embargo Christoforo lo rechazó y envió a Caterina a un convento en la isla de Murano para evitar que viera a Casanova.
Casanova mantuvo contacto con Caterina dentro del convento. Y a pesar de que seguía con intenciones de casarse con ella, encontró tiempo para reencontrarse con Teresa Imer, a quien no había visto desde hacía más de una década. Aunque Teresa estaba ahora casada y vivía en Alemania, pasó al menos una noche con Casanova y también quedó embarazada. Mientras Teresa daría a luz a una hija, Caterina Capretta tuvo un aborto espontáneo en el convento.
Una monja mayor llamada MM propuso a Casanova ayudarle a sacar a Caterina del convento. Pero acabó resultando que MM y Caterina eran amantes. Casanova desencantado, juró no volver a ver a ninguna mujer nuevamente, pero acabó siendo atraído a participar en tríos con ellas.
Cuando Caterina dejó el convento y se casó con un comerciante rico, Casanova continuó su romance con M.M. con mayor intensidad.
Las desventuras de Casanova con monjas, su creciente endeudamiento y sus conexiones sociales con la aristocracia veneciana una vez más lo llevaron a la atención de la Inquisición veneciana.
El 26 de julio de 1755, fue arrestado por agentes de la Inquisición.
Se le acusó de blasfemia y de realizar prácticas mágicas, así como de tener en su posesión un tratado de magia llamado "La clavícula de Salomón", prohibido por la Inquisición.
Además se le acusó de pertenencia a la masonería, que era considerado un delito grave en la época.
Difusión de versos antireligiosos y de ser un corrompedor, un estafador y de haber arruinado al senador Bragadin .
Casanova fue encerrado en los calabozos situados en el ático del Palacio Ducal de Venecia, justo debajo del techo.
Esos calabozos se llamaban Piombi -Plomos- porque el techo estaba formado por grandes placas de plomo, lo que producía temperaturas muy calurosas en verano y muy frías en invierno.
Las celdas de los Piombi estaban mejor iluminadas que otras prisiones, con luz artificial y natural de ventanas en el techo.
Destinadas a presos de consideración o que habían cometido delitos menos graves
Sus condiciones eran superiores a las de los Pozzi o pozos. Estas celdas eran para prisioneros de un nivel social inferior y a los acusados de delitos más graves. Eran espacios oscuros, húmedos y mal ventilados, con bóvedas muy bajas, que daban la sensación de estar enterrado vivo, hacinamiento, olores nauseabundos que llegaban hasta el patio del Palacio y riesgo de incendios por los fuegos que encendían los presos para calentarse.
Un par de meses después de su arresto se le informó que sería encarcelado durante cinco años sin que se le dijeran los cargos específicos en su contra. Aunque Casanova había estado en cautiverio veneciano durante cortos periodos anteriormente, pronto se dio cuenta de que no lo dejarían salir en mucho tiempo.
Después de nueve meses en aislamiento, finalmente se le permitió salir de su celda para hacer ejercicio. Mientras se ejercitaba, encontró un clavo de hierro y logró llevarlo de vuelta a su habitación sin ser detectado.
Intentó usar el clavo para cavar un agujero en el suelo debajo de su cama. Aunque la cámara de la Inquisición estaba directamente debajo de él, Casanova creía que podría conseguir su libertad. Cuando el agujero estaba casi a punto de ser lo suficientemente grande para permitir la huída, fue inesperadamente trasladado a una celda más grande junto a la sala de los guardias.
Pero Giacomo no se dió por vencido. Logró establecer contacto con su vecino, un sacerdote llamado Marino Balbi. Los dos hombres escondieron notas en los libros que se prestaban y planearon una fuga.
Casanova logró pasarle un trozo de hierro afilado a Balbi, escondido en una Biblia bajo un plato de pasta. El sacerdote hizo un agujero en su techo, ocultándolo con una de las pinturas que se le permitió tener en su habitación.
En la noche del 31 de octubre, Balbi escapó de su celda y ayudó a Casanova a salir por el agujero en el techo. Levantaron las placas de plomo del techo. Se arrastraron por el techo inclinado del Palacio Ducal en medio de una densa niebla y utilizando una escalera encontrada en el techo y una "cuerda" hecha de sábanas, bajaron por una claraboya.
Allí descansaron hasta la mañana y cambiaron de ropa. Forzaron una cerradura pequeña en una puerta de salida y pasaron a un corredor del palacio, donde convencieron a un guardia de que habían quedado encerrados accidentalmente después de una función oficial.
Finalmente escaparon en góndola a las 6:00 de la mañana desapareciendo en la niebla.
Una historia digna de una película, como casi toda la vida de Giacomo Casanova.
Casanova y el sacerdote escaparon de la ciudad de Venecia antes de separarse. Después de una semana, Casanova logró salir del territorio veneciano, y el 5 de enero de 1757, estaba de regreso en París.
En París acudió a sus contactos. Cuando escuchó sobre un plan para una lotería para recaudar fondos para el estado francés presentado por su compatriota Giovanni Calzabigi, hizo algunos cálculos y aceptó participar en su organización.Usó sus conexiones hechas en las mesas de juego parisinas para vender boletos, que prometían hacer millonarios a los hombres si elegían cinco números correctos de los noventa disponibles. La lotería resultó lucrativa no solo para el estado francés sino también para Casanova, quien acumuló una gran fortuna con un ingreso de 120,000 francos al año, abriendo oficinas de lotería en París y más tarde en todo el país.
Tenía treinta y un años y finalmente aseguró un ingreso estable que le permitió financiar un estilo de vida extravagante como figura de la alta sociedad parisina.
El 1 de marzo de 1757, Casanova , describe en sus memorias como fue testigo de la espantosa ejecución de Robert-François Damiens, un ex soldado que intentó asesinar al rey Luis XV el mismo día en que Casanova llegó a la capital francesa. En una bien documentada agonía de cuatro horas, Damiens sufrió la tortura de que le arrancaran la piel, le echaran plomo fundido encima, la castración y finalmente la desmembración atado a cuatro caballos mientras aún estaba vivo.
Pero Casanova no había olvidado su pasión por las mujeres. Se enamoró de Manon Balletti, la hermana de diecisiete años de su amigo y protector Antonio y una talentosa música por derecho propio. Manon ya estaba comprometida, pero le mostró en cartas, que correspondía a su amor. Sin embargo Casanova no estaba dispuesto a seducirla por respeto a su familia.
Casanova consideraba proponer matrimonio a Manon, pero eso no le impidió continuar manteniendo relaciones con otras mujeres. El 16 de septiembre, la madre de Manon, Sylvia Balletti, en su lecho de muerte, pidió a Casanova que cuidara de su hija. Casanova prometió casarse con ella pero antes viajó a Dunkerque para recibir 12,000 francos del gobierno por informar sobre el estado de la marina francesa.
Manon se acabó cansando de Casanova y terminaría casándose con el arquitecto real.
Mientras regresaba a París en octubre de 1757, se encontró viajando en una carreta con el Conde de la Tour d’Auvergne y una prostituta sentada sobre sus piernas. En la oscuridad, Casanova tomó su mano y la guió hacia su entrepierna. Justo cuando Casanova estaba alcanzando el clímax, la Tour habló: “Te estoy agradecido, querido amigo, por este cortés e inesperado apretón de manos italiano; un saludo que no esperaba ni merecía” y estalló en carcajadas.”
Los dos hombres pronto se hicieron amigos cercanos, y cuando el joven aristócrata cayó enfermo con ciática en invierno, Casanova propuso un tratamiento y la Tour se recuperó rápidamente. La reputación de Casanova como sanador místico se fortaleció aún más y pronto fue presentado a la tía de su amigo, la marquesa Jeanne d’Urfé, la mujer más rica de Francia. Casanova siempre afirmó ser un creyente en la Kabbalah, una tradición oral mística conectada al judaísmo que creía que Dios se manifestaba en el mundo a través de códigos misteriosos.
La marquesa estaba desesperada por recuperar su juventud descubriendo la Piedra Filosofal, y Casanova le ayudó traduciéndole varios textos latinos e interpretando códigos algebraicos que él afirmaba provenían de un oráculo llamado Paralis. Pronto Casanova fue uno de varios místicos que pasaron horas con ella en el laboratorio de alquimia que estableció en su hogar. La marquesa tenía como plan secundario por si fallaba la eterna juventud, el reencarnarse en el cuerpo de un niño pequeño.
A pesar del dinero obtenido por la lotería, Casanova volvió a tener problemas para mantener su estilo de vida, lo que hacía que dependiera cada vez más de la marquesa para obtener dinero. Eso le llevó a concebir ideas cada vez más extravagantes, que acabaron con el intento de embarazar a la marquesa él mismo, mientras una joven bailaba delante. La marquesa aceptó esto aunque Casanova le informó que moriría durante el parto para que su alma pudiera habitar el cuerpo del niño. Como es lógico considerando que la marquesa tenía más de cincuenta años, no logró concebir y acabó llegando a la conclusión de que Casanova no tenía ningún poder místico.
La conexión de Casanova con la marquesa le permitió conocer al filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau y a Voltaire.
En 1760, Casanova comenzó a referirse a sí mismo como el Chevalier de Seingalt, un título nobiliario falso cuyo nombre derivaba de reordenar las letras de la palabra “genitals”. . Con esta identidad, Casanova viajó a Ámsterdam, Colonia, Bonn, Stuttgart, Zúrich, Berna, Lausana y Ginebra.
Los frecuentes viajes de Casanova han fomentado la idea de que estaba siendo empleado como espía por el gobierno francés, aunque no hay evidencia concluyente de eso.
Durante los dos o tres años siguientes, viajó sin rumbo fijo por Francia e Italia. En Roma, para Navidad, tuvo una audiencia con el Papa Clemente XIII, también veneciano. Regaló a la Biblioteca del Vaticano un libro valioso y fue galardonado con la Orden del Espolón de Oro, lo que le permitió usar el título de "chevalier" legítimamente.
En enero de 1761 estaba en Nápoles cuando conoció a una chica de diecisiete años, Leonilda, amante del impotente Duque de Mantalone. Sin embargo los intentos de seducirla cesaron cuando descubrió que su madre era la viuda Anna Maria Vallati y que Leonilda era su propia hija.
Restableció relaciones íntimas con la Anna Maria de treinta y seis años pero pronto marchó hacia la ciudad alemana de Augsburgo, donde había acordado representar al gobierno portugués en un congreso de paz para poner fin a la Guerra de los Siete Años. Cuando llegó, descubrió que el congreso había sido cancelado, lo que lo llevó a regresar a Italia.
Cuando Casanova regresó a París en mayo de 1763, vio en su correspondencia un par de cartas de su antigua amante Teresa Imer, que vivía en Londres, quien se hacía llamar Teresa Cornelys después de su amante holandés Cornelis de Rigerboos. Casanova visitó Londres. Allí publicó un anuncio en el London Gazetteer y el Daily Advertiser buscando alquilar alojamiento en su apartamento a una "dama soltera" que habría de concederle "algunas ventajas peculiares" como parte del acuerdo. La elegida fue una portuguesa con quien tuvo un breve romance hasta que ella regresó a Portugal.
Aunque Casanova intentó establecer raíces en Londres, su dinero continuó menguando. En Londres se reencontró con Marie Anne Charpillon, una cortesana adolescente que había conocido años antes en París.Sin embargo, cuando fueron a la cama, la relación no se consumó. Marie Anne le dijo que quería que él perdonara las deudas que su familia tenía con él. Aunque accedió a hacerlo, ella continuó resistiéndose, provocando que Casanova la amenazara violentamente antes de arrepentirse rápidamente. Casanova fue detenido brevemente en la prisión de Newgate por asalto pero convenció al juez de su inocencia.
Se vengó comprando un loro y enseñándole a decir "Mademoiselle Charpillon es más puta que incluso su madre".
Habiendo fracasado en establecer una lotería en Inglaterra, andaba corto de dinero. Sufriendo depresión y enfermedad venérea, a principios de 1764 Casanova dejó Londres para reanudar sus aventuras por Europa continental con dinero de Bragadin y sus conexiones cabalísticas.
También fracasó Casanova en establecer una lotería en Prusia.
De allí marcho a san Petersburgo donde llegó el 21 de diciembre de 1764 y tomó una casa en la elegante Millionnaya Street entre el río Neva y la principal avenida de la ciudad Nevsky Prospekt. Fundada por el zar Pedro el Grande en 1703 sobre los pantanos del delta del Neva y apodada la Venecia del Norte, San Petersburgo era una ciudad aún en construcción en la época de la visita de Casanova. La emperatriz Catalina II, conocida históricamente como Catalina la Grande, solo llevaba dos años después de tomar el poder de su esposo Pedro III.
Casanova encontró a una joven campesina y arregló comprarla como sirvienta a su padre por 100 rublos. La llamó Zaïre por el personaje principal de una obra de Voltaire y la tomó como amante. También le enseñó italiano y le compró ropa, y acudió con ella a las fiestas.Sin embargo ella tuvo un día un ataque de celos y Casanova decidió llevarla a Moscú. Después de una semana haciendo turismo en la antigua capital rusa, regresaron a San Petersburgo donde Casanova aprovechó un paseo de la zarina en una de las llamadas “noches blancas” de San Petersburgo en que sigue luciendo el sol a pesar de ser una hora avanzada de la noche para hablar con ella.
Casanova habló con Catalina sobre el calendario gregoriano que se había adoptado en los países católicos. Aunque Catalina se planteó implantarlo, temió la reacción de sus súbditos ortodoxos.
Aunque Casanova esperaba un nombramiento en la corte rusa y posiblemente vender su lotería tuvo que irse de Rusia con las manos vacías. Antes dejó a Zaïre con el arquitecto italiano Antonio Rinaldi quien construiría varios edificios emblemáticos en San Petersburgo y en lugares cercanos.
El 1 de septiembre Casanova dejó Rusia, llegando el 10 de octubre a Varsovia.Cinco meses después de su llegada a Polonia, Casanova asistió a una función en el teatro real y fue a presentar sus respetos a las dos bailarinas italianas. Una de ellas, Anna Binetti, se enfadó porque Casanova no la había llamado primero y presionó a su amante, Franciszek Branicki, para que se quejara. Este llamó a Casanova “miedoso veneciano”, lo que enfureció a Giacomo, que retó al noble polaco a un duelo a pistola en el que ambos resultaron heridos. La noticia del duelo llegó al Rey, quien ordenó una investigación que descubrió que el “Chevalier de Seingalt” no era un noble y que tenía grandes deudas. Casanova se vio obligado a abandonar Polonia. El duelo solo sirvió para aumentar la fama y notoriedad de Casanova, y años más tarde se convertiría en buen amigo de Branicki. Después de dejar Varsovia, hizo una parada en Dresde para visitar a su madre, que ya tenía cerca de cincuenta años, antes de continuar hacia Viena y varias ciudades alemanas, después Bélgica y más adelante París.
Sin embargo fue desterrado de París, ya sea por la familia de la Marquesa d’Urfé o por sus numerosos acreedores.
Por lo tanto, Casanova decidió ir a España, donde buscó empleo en el gobierno con el Conde de Aranda, el primer ministro español, pero fue rechazado como era de esperar. Mientras se endeudaba cada vez más, fue brevemente encarcelado en febrero de 1768 por llevar pistolas ocultas. Su suerte no mejoró mucho después de su liberación y se vio obligado a abandonar Madrid, solo para enfrentarse a más problemas más tarde en el año en Barcelona cuando fue atacado por dos hombres. Tras matar a uno de los asaltantes con su espada, Casanova fue encarcelado durante más de cuarenta días.
Al dejar España tras su liberación, a principios de 1769 Casanova vagó sin rumbo por el sur de Francia sufriendo problemas de salud, que atribuyó a la sífilis. Durante una estancia de cuatro meses en Aix-en-Provence, llegó a asistir a la misma celebración que su antigua amante Henriette, pero no la reconoció. Como diría Henriette, que fue consciente de ello, ambos habían envejecido considerablemente, Y aunque ella rechazó verle, le ofreció su ayuda financiera y mantener correspondencia lo que hicieron parece hasta el fin de sus días.
Casanova llevaba años tratando de ser readmitido en Venecia y para ello, a pesar de haber comenzado a trabajar en una traducción al italiano de la Ilíada de Homero y una historia de Polonia, redactó un tratado político en tres volúmenes sobre el gobierno de Venecia en términos bastante elogiosos conocido posteriormente como la Confutazione. Lo envió a Venecia en diciembre de 1769 esperando posiblemente una respuesta pronta que no llegó.
En el puerto toscano de Livorno en enero de 1770, conoció al Conde Alexei Orlov, un noble ruso cuyo hermano Grigory había sido amante de Catalina la Grande y que estaba organizando una flota para luchar contra los turcos otomanos. Casanova declinó la invitación de Orlov para unirse a una campaña que condujo a la gran victoria naval rusa en Chesma a principios de julio.
Casanova viajó por tierra a través de la península italiana, seduciendo a una joven inglesa llamada Betty, quien resultó ser una amiga cercana de su hija Sophie en el internado en Hammersmith. Casanova accedió reticentemente a tener que pretender ser su padre en público.
Casanova continuó hacia Nápoles. Antes de irse, visitó a Anna Maria Vallati y su hija Leonilda, ahora en sus veinticinco años y casada con un anciano aristócrata masón, por quien Casanova siente simpatía debido a que ambos pertenecen a la masonería.
El marido de Leonilda sufre de gota severa, lo que le impide tener hijos con su esposa, lo que le lleva a pedirle a Casanova que se acueste con Leonilda para que ella pueda concebir un hijo.
Casanova acepta esta propuesta, aparentemente sin revelar su verdadera relación con Leonilda.
Es importante destacar que esta situación refleja la complejidad moral de las relaciones de Casanova, ya que implica un acto de incesto consciente por su parte, aunque desconocido para Leonilda y su marido. Este episodio también ilustra la mentalidad libertina y los códigos sociales de ciertos círculos en la Europa del siglo XVIII
Unas semanas después de que Casanova partiera hacia Roma, Leonilda descubrió que estaba embarazada.
Después de una estancia de seis meses en Roma, Casanova continuó viajando por Italia, terminando en Trieste.
Siguió trabajando en sus proyectos literarios y completó su estudio sobre la reciente historia política de Polonia.
Mientras estaba en Trieste, restableció contacto con las autoridades venecianas y llevó a cabo actividades de espionaje en su nombre. Esto le permitió recibir un indulto de Venecia en septiembre de 1774, lo que le permitió regresar a su ciudad natal después de diecinueve años.
Las memorias de Casanova, escritas durante los últimos años de su vida, terminan abruptamente en 1774, por lo que los detalles sobre su vida después de ese año son más difíciles de obtener. El 14 de septiembre regresó a Venecia. Casanova publicó tres volúmenes de su traducción de La Ilíada entre 1775 y 1778 antes de abandonar el proyecto debido a la falta de interés.
Para 1776, reanudó su trabajo con la Inquisición veneciana y recibió quince ducados cada mes. En el verano de 1779 conoció a una modista, Francesca Buschini, y pronto se mudó con ella y su familia; los dos vivieron como una pareja respetable.
Pero Casanova no podía vivir de forma ordinaria mucho tiempo, en 1782 Casanova se vio obligado nuevamente a dejar abruptamente su Venecia natal tras una disputa con el noble Carlo Grimani sobre los términos de un acuerdo de deuda. Casanova respondió escribiendo una sátira alegórica sobre la aristocracia veneciana que, entre otras cosas, afirmaba que él era hijo de Michele Grimani y que Carlo no lo era. Después intentó hacer las paces, pero no tuvo éxito y tuvo que dejar Venecia el 17 de enero de 1783.
Casanova fue a Paris, donde conoció a Benjamin Franklin, el embajador estadounidense en Francia. Casanova obtuvo empleo como secretario del embajador veneciano en Viena, pero cuando el embajador murió en abril de 1785, Casanova tuvo que buscar un nuevo empleo y finalmente terminó como bibliotecario del Conde Joseph Karl von Waldstein en el Castillo de Dux en Bohemia, hoy Duchcov en la República Checa, cerca del balneario de Teplice.
Desde allí, Casanova hizo frecuentes visitas a Praga, donde en octubre de 1787 conoció a Lorenzo da Ponte, un veneciano libertino y amante del teatro que también había sido expulsado de su ciudad natal. Ponte había tenido éxito como libretista del ópera “Las bodas de Fígaro” (1786) compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart. Mozart y da Ponte fueron comisionados por el Teatro Estates en Praga para escribir una nueva ópera; este último eligió como tema al legendario amante Don Juan o Don Giovanni en italiano. Aunque da Ponte y Mozart discutieron el tema con Casanova y este ofreció algunos versos propios, no fueron incorporados al libreto cuando la ópera se estrenó el 29 de octubre.
En el Castillo Dux, Casanova se alejó de la vida social que tanto disfrutaba. Pasó su tiempo escribiendo y leyendo.
Aunque su nuevo trabajo le ofrecía comodidades, Casanova se sentía solo y desconectado. Extrañaba la vida social, las charlas interesantes y, por supuesto, a las mujeres.
En sus cartas, expresaba su aburrimiento con la vida rural. Aun así, nunca dejó de escribir. Durante este tiempo, escribió prolíficamente aunque gran parte de lo que escribió nunca fue publicado.
En 1787 escribió un relato sobre su dramática escapatoria de la prisión veneciana más de tres décadas antes. Escribió sobre filosofía y matemáticas e intentó desarrollar ideas sobre loterías.
Su Icosamércon, una novela de ciencia ficción en cinco volúmenes ambientada en Inglaterra tuvo una mala recepción entre sus desafortunados amigos que la leyeron.
Sin embargo serían las memorias de Casanova las que rondan aproximadamente cuatro mil páginas e inacabadas al momento de su muerte las que harían que su nombre fuera recordado por la historia tras su publicación en 1820 en una traducción al alemán del francés original. Aunque es mejor conocido por la historia amorosa, la Historia de mi vida contenía valiosas ideas sobre la vida europea del siglo XVIII abarcando toda una gama de temas incluyendo política, comida, teatro, moda, religión, moralidad así como sexo.
Giacomo Casanova murió el 4 de junio de 1798 a la edad de 73 años. Falleció en el castillo de Dux. Sus restos fueron enterrados en un lugar desconocido en el cementerio del pueblo. Casanova deseaba ser recordado como un gran escritor y pensador.
Es en una carta a Teresa donde Giacomo Casanova nos dice cómo es:
“Aquí está. Asumes que soy rico; no lo soy. No tendré nada una vez que haya vaciado mi bolsa. Quizás supongas que soy un hombre de alta cuna, y soy de un rango o bien inferior al tuyo o igual a él. No tengo talento que pueda ganar dinero, ni empleo, ni razón para estar seguro de que tendré algo para comer dentro de unos meses. No tengo ni parientes ni amigos ni derechos legítimos ni ningún plan fijado. En resumen, todo lo que tengo es juventud, salud, coraje, un poco de inteligencia, un sentido del honor y de la decencia, con algo de lectura y los inicios de una carrera en la literatura. Mi gran tesoro es que soy dueño de mí mismo, que no dependo de nadie, y que no tengo miedo a las desgracias. Mi naturaleza tiende hacia la extravagancia. Tal es el hombre que soy. Ahora respóndeme, mi hermosa Teresa.”
Técnicas de seducción y su legado en el amor
Casanova era más que solo un hombre atractivo. Tenía muchas habilidades que le ayudaban a conquistar a las mujeres. Era excelente en las conversaciones. Podía hablar con cualquier persona y atraerla con su ingenio y su conocimiento.
Hablaba varias lenguas, vestía bien y siempre sabía las últimas tendencias y modas. Como dice Stefan Zweig en su biografía sobre Casanova, él entendía a los "personajes de su tiempo" mejor que nadie, especialmente a las mujeres. Hacía lo posible para anticipar lo que ellas querían y necesitaban.
Su libro principal, "Historia de mi vida", se agregó a la lista de Libros Prohibidos de la Inquisición por ser considerado obsceno y contrario a la fe.
Las aproximadamente 120 o 130, según los cómputos, experiencias amorosas de las que escribió no eran tan extraordinarias para un aventurero del siglo XVIII que viajaba extensamente por Europa.
Comparado con Casanova, personajes como el Marqués de Sade y Lord Byron eran mucho más prolíficos en la alcoba, pero Casanova era único en su sinceridad al escribir sobre el arte de la seducción.
En todo caso es relevante mencionar que algunos historiadores consideran que Casanova pudo haber exagerado o incluso inventado algunas de sus aventuras en sus memorias, por lo que es posible que no todos los detalles de su vida sexual sean completamente precisos.
Conclusion
Se recordará a Giacomo Casanova como alguien que amó a las mujeres, pero no son las mujeres lo que Casanova amó más que nada. El mismo lo dijo:
“Amé a las mujeres hasta la locura, pero siempre he amado más la libertad.”
Pero tenía muy claro que la libertad requería un esfuerzo constante:
"“El hombre es un agente libre; pero no es libre si no lo cree, porque cuanto más poder atribuye al Destino, más se priva del poder que Dios le concedió cuando le dio la razón.”